Buscar este blog

martes, 28 de abril de 2015

Chicos de barrio, vidas sencillas.

Gorra Grimey que se añade a mi colección.
Lema para una vida.¿Acertado? Tú decides.

Recuerdo ser feliz de niño y adolescente. Nunca tuve unas zapatillas de marca ni un chándal con logo patrocinador de grandes estrellas. Nunca tuve la última videoconsola, ni nada que se pareciera a un lujo o que generase envidia en el colegio/instituto. Pero creo poder identificar los mejores recuerdos de esos períodos y ninguno incluye cosas materiales.

Uno serían mis fin de semana con la caravana en pueblos de toda la provincia de Burgos, junto a un pequeño grupo de chicos y chicas de mi edad. No teníamos electricidad ni por tanto televisión o videoconsola, pero nos teníamos a cada uno de nosotros y danzando en libertad por el campo es como nos divertíamos, haciendo mil cosas con la capacidad de inventar que solo da la niñez. El otro serían mis tardes enteras en el parque jugando con mis amigos unos bancos en la plaza, al béisbol o baloncesto...hasta hacernos ampollas gigantes en los pies y llegar chorreando sudor, cansancio y brillo en nuestros ojos.

No cuento mis recuerdos porque sean especiales, sino por algo a lo que llevo dando vueltas unos días, una pregunta que recorre mi cabeza en todas direcciones:¿y si la felicidad está en el margen? El borde del camino que nos han marcado, que nos han prometido, que nos han vendido. Y quizá tenga ahora más fuerza esta pregunta por mi propia vida, pero también por lo que veo en el día a día con mis niños (como apelativo cariñoso, pues como canta Morf  en la canción que escuchaba hoy "tengo amigos de 20 que os triplican a todos, por lo menos, en coeficiente.") de La Parada, quienes están ahora en ese período justo de la vida para cimentar el futuro.

El otro día hablando con dos de ellos, pero es una conversación que ha salido con otras personas también especiales, hablábamos de trabajo y dinero. Su pensamiento era muy similar al mio a su edad: lo ideal parecía ser obtener un puesto cuanto más alto mejor, cuanto más dinero mejor...cuanto más estrés mejor, cuanto menos tiempo para ti mejor. Yo me oponía, hace muchos años que mis ideas no caminan en esa dirección. Ellos ven el futuro desde el presente y yo veo el pasado desde ese futuro que buscan.

No seré yo quien niegue la importancia del dinero en la sociedad en la que vivimos. Tener dinero es importante, ¿lo es tener mucho dinero? Desde pequeños mi generación, la supuestamente mejor preparada, ha sido dirigida con promesas a estudiar en el colegio para poder acceder a la universidad, siendo considerado por muchos padres un fracaso el que su hijo no lo hiciera. Sacar una carrera y estudiar inglés para obtener un trabajo. Obtener un trabajo para después escalar en la empresa y tener dinero para comprar un coche e hipotecarse en un piso. Crear una familia para tener hijos. Y después, morir.

Hemos hecho lo que nos dijeron, ¿y qué nos hemos encontramos? Vacío y desolación; una sociedad en crisis que no responde a nuestras expectativas. Trabajos depauperados en los que se nos maltrata y sueldos que menosprecian nuestra formación; y eso quien no ha tenido que salir fuera, o quien todavía busca. Hicimos todo lo que nos dijeron, pero su camino no era tan liso. Quizá la culpa también fue nuestra por creerles con la ilusión de la adolescencia, las ganas de vivir y llegar a lo más alto; incluso, por qué no, anhelando ser famosos. Y ahora mismo (tras conseguir años después de egresado varias de las cosas que nos prometieron) yo digo, como mi gorra: fuck fame. Aún soy joven, pero ya no quiero trabajar en una de esas empresas picadoras de carne, tampoco me interesa ser directivo de una gran empresa como antaño, ya no quiero escalar a lo más alto; quiero vivir (en el sentido amplio, me da igual donde tenga casa) cómodo en lo más bajo, en la base, con mi gente, ayudando, en el barrio. Si no es en Capiscol, en otro barrio obrero; allí es donde me siento yo y sintiéndome yo, es como soy feliz. 

Ese es el margen de mi camino. Y lo he identificado en gran parte gracias a ese grupo de hombres y mujeres en torno a la veintena que me han recordado lo que es el hambre por vivir, la ilusión y la locura a partes iguales, la risa continua que contagia. Que nadie los menosprecie por la cifra en su carné de identidad. Les queda mucho por aprender en la vida, aunque ahora no lo saben, y si lo leen no lo creerán, pero quizá lo recuerden dentro de 10 años cuando echen la vista atrás. Pero nadie les quitará estos años en los que tienen que disfrutar para crecer posteriormente. Y a mi nadie me quitará lo que me han enseñado, probablemente sin saberlo, porque de toda relación humana se puede aprender y los prejuicios a veces chocan obstinados contra la realidad.

Esta entrada es por ellos, por mis hermanitos pequeños (también por mi hermano). No significa que el camino de su felicidad esté en el mismo margen que el mío; cada uno tiene el suyo porque la felicidad es un estado etéreo. Que viene y va, que juega con nosotros y que cada uno identificamos de una forma. Me basta con que si lo leen, lleguen a reflexionar algún día sobre lo que realmente quieren en la vida para ser felices, cuál es su camino y lo que necesitan para conseguirlo. Y que una vez identificado, vayan a ello con todas las ganas de comerse el mundo, porque pueden con todo. Que escuchen a todo el mundo pero que solo ellos se digan a sí mismos después de intentarlo, una y otra vez, que no pueden. Y que cuando flaqueen sepan que aquí tendrán un hombro más en el que impulsarse.

Yo ya he visto cual es mi camino. Como canta Suite Soprano en la frase que cierra esta entrada; soy un chico de barrio, al que le gustan las cosas sencillas; las que no da tanto el dinero, como la relación humana. No celebro con champán, celebro compartiendo mis lágrimas (y carcajadas) con mi gente. Me conformo con que la vida nos sea amable. Y que cuando no lo sea y esté cayendo, tenga tantos brazos sosteniéndome en el aire como ahora tengo.

"Chicos de barrio,vidas sencillas. No trajimos champán, trajimos nuestras lágrimas" (Suite Soprano, Mierda Sticky)

1 comentario:

  1. Excelente entrada. Ese vocablo abstracto y abierto que llamamos felicidad, tan subjetivo pero por desgracia también tan standard....

    ResponderEliminar