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miércoles, 11 de febrero de 2015

Se nos congeló el amor

Autor: Andrés González

Fotografía. Captar la belleza de la fugacidad y sin embargo de la eternidad. Una imagen, espacio congelado en el tiempo; un segundo que no parece decisivo, que nadie recuerda pero que sin embargo va a permanecer ahí para siempre. Ese segundo que pueda parecer inerte pero que es tan importante como el segundo que le precedió y el siguiente.

Más aún si como esta, encierra tantas metáforas y vivencias resumidas en una sola imagen que tiene la capacidad de dar un vuelco a tu día y llevarte a pensar en ella continuamente. Porque vivimos acorralados en un mundo de símbolos y metáforas que la mayoría del tiempo somos incapaces de identificar. Incapaces de entender y ayudar a entender al resto; incapaces de transmitir y de absorber lo que el mundo quiere ofrecernos a través de sus imágenes; incapaces de ver como nuestros sentimientos pueden cambiar a su vez este mundo.

Candados en un puente. Moda juvenil sin importancia, objetos fuera de su espacio natural pero por los que pasamos sin fijarnos en  lo que nos quieren decir. Ni siquiera están situados en un puente importante y lleno de vitalidad muerta como el Pont Neuf que tuvimos ocasión de contemplar juntos en aquella fría mañana parisina. Incluso a uno, que es un romántico convencido pero no muy dado a las muestras masivas, se le pasó por la cabeza probar suerte anudando sus sueños a aquel amasijo de hierros sin valor real.

Por suerte no traicioné mis principios. Aunque ninguna pareja piense en ello, están gritando a través de ese simple clic metálico que mantendrá su muestra de amor a la intemperie y a la vista de todos. Pero mi visión es muy distinta. Estos candados no representan el amor, más bien al contrario. Una bella metáfora de un amor que permanece inmóvil visto desde arriba, mientras el río de la vida les cambia a cada uno individualmente y a su relación como pareja. Sin dejar de quererse, o sí, pero les cambia. La verdadera metáfora del amor está como en el Pont Neuf cuando la acumulación del peso de corazones de forma cuadrada y gélido tacto metálico, hace caer al río lo que las mantiene unidos y se revuelcan y refrescan en el Sena. 

Porque solo una relación que se baña en las aguas cristalinas de la sinceridad y se oxigena por dentro, sin estar atada a una pieza de hierro es una relación real. De otra forma, el candado como en este caso quedará nevado y helado por dentro. Permanecerá ahí impasible, porque el ser humano tiene aversión al cambio, pero al igual que esos candados los corazones también se recubren de nieve y hielo, capaces de no moverse ni un ápice.

Por eso yo siempre te quise libre, linda y loca; bañándote en las aguas de la vida. Y aún te quiero así, quizá no sea conmigo pero ojalá seas todo lo libre, linda y loca que esté en tu mano porque sé que así serás feliz, que al final es mi único deseo. Nunca quise candar mi amor a un puente; solo a tus cabellos mientras el viento les agitaba. Y fallé, porque no apreté lo suficientemente fuerte siendo lo suficientemente dúctil como para no hacerme notar. Y al final también a nuestros corazones les cubrió la nieve.

Si tuviera que demostrar mi amor de nuevo, no lo haría atando un candado a un puente. Lo haría abriendo mi pecho en canal y arrojando el corazón al río y dejando que el flujo del tiempo decida que quiere hacer con él.

Ahora que lo pienso, ya lo hice. Quizá no debí permitir que el flujo del tiempo decidiera y sí dar todas las brazadas posibles para luchar contra la corriente y llegar hasta tu orilla llevando mi corazón entre los dientes. Pero ahora es tarde, aquí hace frío y me siento como un candado atado a un puente.

Fuera de lugar, congelado e inerte.

2 comentarios:

  1. De ninguna forma es tarde. ¿Tarde para quién? ¿Para el corazón? Ya habrá oportunidades de abrirse el pecho en canal y decir lo que se siente a porta gayola. La vida es la mejor profesora, y cuando no aprendes algo bien... te lo vuelve a repetir. Cuando no te lo marca a fuego, claro. Cuando no llevas la cicatriz (visible o invisible) de lo sucedido como un vergonzoso y orgulloso recordatorio de lo que sufriste, de lo que pasaste, de lo que aprendiste y de lo que te fue enseñado.

    Quítate la nieve de encima y arrímate al fuego, que ahí fuera hace demasiado frío y por aquí corre la buena cerveza ;)

    :*

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  2. Tengo la virtud o el defecto de tender a abrirme el pecho en canal si es necesario; así que para eso nunca es tarde, a lo sumo demasiado pronto. Es tarde para mi nosotros pasado, ahora es tiempo de cuidar mi yo presento y ver como conjugamos el futuro.

    Estoy tratando de arrimarme al fuego, pero hay veces que el escalofrío de las cenizas es más fuerte que el calor de las ascuas.

    Gracias por comentar!
    :*

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