Buscar este blog

martes, 3 de febrero de 2015

Jamás te recuerdo

No he elegido precisamente la mejor época para empezar el blog. Tengo la cabeza en ebullición con miles de temas sobre los que escribir, pero lo que apenas tengo es tiempo. El próximo martes termino mis exámenes y voy a tener mucho más tiempo para mi y así escribir nuevas cosas que quiero sacar de dentro. Aunque también es cierto que he intentado componer alguna poesía en los últimos días y siento la lengua y los dedos anquilosados. El corazón dicta a buen ritmo, pero ninguno de los dos órganos consiguen transformar esos pensamientos en palabras que además de verdad tengan cierto toque de estilo como para enseñárselas al mundo.

Lo bueno para no dejar el blog aparcado es que tengo poesías de otros tiempos como para publicar un año entero; por lo que ese material es el que voy a ir sacando estos días. Pensaba poner hoy la poesía de la que quizá me siento más orgulloso, con la cual gané el II Concurso de poesía de Manerasdevivir.com, pero por casualidad he topado con esta otra y me ha parecido más adecuada. Dejo la otra para la próxima entrada.

Habla de lo que tiene que hablar, pero también me gusta pensar estos días que habla de ojos. Los que se van y los que llegan; los que quizá no te llamaron la atención al principio pero que sabes que siempre van a estar ahí mirándote imposibles de olvidar y los que te impactaron de tal forma que sabes que se desvanecerán enseguida de tu recuerdo, de forma tan violenta como llegaron; duraron un suspiro y volaron a posarse en otros lares. Me encantan los ojos de las mujeres, siento profunda admiración por ellos; pero no me olvido de lo que una vez escribí en una microhistoria: la mirada de una mujer es demasiado bonita como para fiarse de ella. Teniendo esto presente, lo mejor es que tengo la plena confianza que la tuya era tan bonita como de fiar.


JAMÁS TE RECUERDO

Tantas noches de añoranza, 
resumidas en unos ojos: 
los míos. 

Que te miran a tientas, 
a ráfagas de cariño y paciencia. 

Tantos sentimientos enterrados, 
resumidos en los tuyos, 
que miran con recuerdos y retazos 
de la incomodidad del presente. 

Como el que olvida, 
y no quiere. 
Como el que supera, se eleva, 
para estrellarse en tus piernas. 

Tus ojos, las cuchillas 
que penetran y congelan, 
que absorben por los míos mi vida, 
te miran y se niegan a avanzar. 
Muertos. Destrozados en esquirlas. 

Los recompongo a palabras, 
con rabia y ríos, 
atravesando tus distancias, 
construidas en el vacío. 

Tu,yo, y nuestro suicidio. 

Y es así como te alimentas de mi alma, 
puliendo tus dientes en dolor, 
borraste las piedras del camino, 
ahora solo estamos yo y tú prisión. 

Nunca quise vivir encerrado, 
pero tampoco añoro la libertad. 
Juro que nunca te recordaré 
porque nunca te podré olvidar. 


Como cantaba el maestro Enrique Bunbury  "Jamás te recuerdo porque nunca te olvido, tu cuerpo fue la guarida favorita de mi cuerpo…"

No hay comentarios:

Publicar un comentario