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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Si me quieres, déjame

Mirar abajo y ver caer pequeños cantos desgajados del risco que marca la frontera entre el aire y tus pies. Frunces el ceño intentando aguzar la vista para discernir el aterrizaje de lo desprendido golpeando violentamente contra las aristas que esperan abajo pero no acabas de ver nada y tampoco el oído devuelve más que el silencio. Estás tan arriba, a un paso de estar tan abajo. Por eso estás allí mirando al vacío, porque no soportas más la presión del pecho e intentas que una bocanada de ese aire antes del paso definitivo te expulse todas las dudas y pensamientos. Como si tu mente ocupara un lugar en el estómago y no dejara paso al aire para respirar.

Pero claro,no ocurre nada. Sigues ahí decidiendo que hacer y todo sigue inerte a tu alrededor. Te sientes en una de esas películas que detienen el tiempo para que el protagonista actúe, ¿pero eres tú capaz de actuar? Ese pequeño paso para que se acabe todo, ¿ser valiente o cobarde? Un pequeño gesto y cesará toda incertidumbre, el pinball de ideas que vives en tu cabeza hará game over y respirarás, aunque sea una última vez antes de morir.

Mientras pasa el tiempo y te mantienes ahí inerte, inspiras profundo, hinchas el pecho y sueltas con un grito descarnada al viento: ¡Si me quieres, déjame! Y en tu cabeza completas la retahíla de pensamientos que siguen a esa simple frase, que por sí sola dice tanto y tan poco.

Si me quieres, déjame por primera vez deslizar suavemente tu vestido por la piel mientras mi boca te teje uno nuevo a base de depositar mis labios en cada centímetro de tu cuerpo, de coser con mi lengua tu blusa haciendo arabescos en tu espalda.

Déjame recoger con mis manos las lágrimas que caigan de tus ojos y bañarme en ellas para purificar juntos nuestros pecados del pasado haciendo así que se evaporen. Déjame convertir cada mueca triste de tu boca en la sonrisa traviesa que embelesa mis sentidos, tornando imposible apartar mis ojos de tus labios mientras me hablas tan cerca y tan lejos.

Déjame bailar cada noche al son de tu cuerpo hasta que los pies pidan tregua y entonces descansar en tu pecho mientras trato de discernir si me duermo o sueño. Déjame mirar en silencio cada mañana al despertar tu rostro y ahogarme en la belleza de ese momento hasta que pueda asirme al buenos días de tu voz.

Porque saltar al vacío es amar y no saber que haces tú. Es observar la inmensidad del silencio debajo de las suelas y no poder romperlo con un pequeño gesto, con pocas palabras salidas de lo profundo de la garganta pues estas solo besan el aire de forma muda.  

Si me quieres,déjame saber.

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