Cuánto tiempo habrá pasado sin lograr encontrarte de nuevo. Parecen horas en la vorágine de mi pensamiento anhelando hallar de nuevo motivos, pero sé que han sido meses. Lo sé porque he visto mis manos ajarse y sanar, casi al mismo tiempo que lo hacía mi corazón. Eso no se me ha olvidado porque aún con las manos ásperas del invierno, noto la rugosidad de las cicatrices cuando me acaricio el pecho e identifico cada una de las heridas que la tinta cubrió hasta hacerme creer que de nuevo estaba vivo.
Me acostumbré a correr intentando separar tu sombra de mis pies, pero nunca era lo bastante rápido. Quizá tampoco fui lo bastante bueno, por eso no estás. Por eso no te puedo susurrar directamente al oído y solo puedo escribir este mensaje con mi letra pequeña e ilegible que te cansaste de leer. Esa letra construida en el miedo a que de nuevo te zambullas entre las líneas del mensaje a bañarte en mis recuerdos, miedo a que de verdad me atreva a meter esta misiva en la botella y lanzarla en dirección a la costa. Por suerte sé que el puerto quedó destruido en la tormenta de nuestras lágrimas, así que no hay peligro de que si algún barco se atreve a recoger un naufrago en vida, me transporte hasta allí para que puedas reprocharme mi atrevimiento.
Da igual si me perdonarás, me cansé de gritar al aire seco de esta isla desierta en la que solo el vaho de mi aliento con olor a alcohol interrumpía la claridad de una mirada fija en las rocas del suelo intentando tropezar de nuevo; así que decidí escribir, porque poco más queda. Ni siquiera recuerdo como llegué a quedarme varado junto a los últimos restos del equipaje que con mimo preparé sin intuir lo que me esperaba y que ya no me serviría de nada. No sé si me desembarcaste junto a algunas botellas de alcohol queriendo contrarrestar los cuarenta grados de mi fiebre interna o fui yo quien naufragué al dirigir la proa hacia los arrecifes que me empeñaba en no ver en la distancia.
Siendo sinceros, tampoco recuerdo si quiero escapar o me conformo con dar vueltas en el perímetro engañando a mis sentidos pensando en que cuando la luna se oculte y yo despierte todo será distinto. El paisaje será distinto, yo seré distinto y nada habrá cambiado, porque tu seguirás sin estar aquí. Seguirás sin mirarme a los ojos cuando yo sea incapaz de dar un paso más y seguiré con los dedos enmarañados en tu pelo mojado, como la extendida mano huesuda de un cadáver que flota en el agua salada pidiendo auxilio aunque sin necesitarlo en realidad.
Y ese será tu legado. La foto amarillenta que aún escondo entre mi ropa cuando noto que alguien me mira y la muerte de mi mirada. Una mirada que se tornó vidriosa como el alcohol que apuro en el vaso, como la lluvia que con gusto acojo cada mañana mojándome el rostro para disimular una tormenta peor. La tormenta que causaste y que nadie sabe cuando termina, si es que lo hace.
Aquí está de nuevo mi escritura para demostrarme una noche más antes de dormir que sigo vivo, que la sequedad de mi piel después de exponerla sin protección se cura con un baño de tinta hasta dejar mi cuerpo igual de negro que tengo el corazón.
Precioso hasta para un macho ibérico con denominación de origen certificada, emocionante para mi corazón de hielo, triste para un cercano homólogo de tu especie...
ResponderEliminarMuchas gracias por molestarte en escribir y por lo que pones. No tengo claro si nos conocemos porque he errado al detectar la forma de escribir, pero en cualquier caso bienvenido a este rincón.
EliminarMmmh...
ResponderEliminarSi es una estilización (hasta una ficción), mis parabienes.
Poderosa y creíble, más allà de detalles formales.
Si es una fría descripción de los hechos...
...Lo siento.
P.D: Can you see the difference, Ser Meryn?
Muchas gracias por tu manifestación El Hespíritu, veo que aquí no hay fase. Dejemos lo que es, al menos hasta que veamos donde acaba la botella.
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