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viernes, 30 de enero de 2015

Lo que fuimos

Como expliqué en facebook antes de crear el blog, siempre he escrito mucho, sobre todo poesía y nunca la he enseñado a mi círculo más cercano de personas, digamos al círculo físico.

Pero tuve mi rincón, virtual, donde compartir mis penas y alegrías antes que este. Ese era el foro de Maneras de vivir, donde existía (existe) un apartado en el que colgar nuestras palabras. Allí a base de rimas y prosa, un buen grupo de personas nos fuimos conociendo y uniendo cada vez más, creyendo que la poesía era un arma que usar para expresarnos.

Fueron unos años fantásticos, en los que mi producción era prolija pero sobre todo fue un sitio que nos hizo pasar del mundo virtual al "real" (un día tengo que hacer una entrada sobre eso, lo real que es el mundo virtual), compartiendo muchos buenos momentos y conciertos. Para mi esa gente pasó de tener un nick determinado a ser personas con nombres y apellidos, y me atrevo a decir que amigos.

Poco a poco crecimos, tiramos por nuestro lado cada uno en una ciudad y se perdió en parte esa magia. O quizá fui yo quien la perdí, tonto de mi, porque muchos de ellos siguieron y siguen viéndose. A mi me gustaría volver a ver a todos y compartir momentos, pero me da cierta vergüenza hablarles tantos años después.

Lo cierto es que también dejamos de colgar poesías en aquel foro y unos años después, echando de menos esos momentos escribí un poema. Un grito al viento a ver si lo recogían y supieran que los echaba de menos. Como esa sensación no ha cambiado después de tantos años, reproduzco aquí dicho poema y la dedicatoria original que tenía en aquel foro.

LO QUE FUIMOS

Viviamos entre sueños, 
luchando entre los versos mutuos, 
rozándonos con nuestras plumas... 

Ahora yacemos en el tumulto. 

Sentiamos la poesía como arma 
cargada de, nuestro, futuro;
ahora silenciamos la tinta, 
que antes nos brotaba del alma. 

Tantas historias compartimos, 
como golpes nos dio la vida; 
cegados por el dolor,la soledad, 
el hastío... 

La rabia. 

Describimos nuestros corazones, 
buscando cobijo entre musas y odas, 
crecimos entre susurros de poesía. 

A cada uno nos llegó nuestra hora. 

¿Y ahora donde vagais? 
¿Dónde quedó lo construido con nuestras manos? 
¿Qué oscuridad nos persigue para 
alzar los ojos y no alcanzaros? 



A Gueva,Odiseo, Neken, Def_Korn, Askos, Kaizen, Papixulo, Kamawookie, Amazing, Deltoya, Storaged y tantos otros nombres que me dejaré(y no menos importante por ello) por lo que un día construimos en este subforo con la poesía como arma, y lo que me hicisteis sentir. 
Os echo de menos. A vosotros,a vuestras poesías y prosas , y a aquel tiempo. 

Aquí mi modesto homenaje a todos vosotros.

miércoles, 28 de enero de 2015

La botella


Este blog surge en general de lo apuntado en la entrada inicial pero en concreto de la necesidad de sacar este texto de dentro un viernes cualquiera del frío enero burgalés y la propuesta lanzada por varias personas a raíz de compartirlo. Por eso es el texto elegido para iniciar el blog en sí y nada mejor que la foto que lo ilustra. Un bar cualquiera de La Latina en Madrid donde las botellas vacías tienen la misma importancia que las llenas o incluso más, porque quizá nunca se vaciaron del todo.


Autora: Patricia Martínez López

LA BOTELLA

Él sabía que se estaba envenenando pero no podía evitar sentir con placer el regusto dulce del líquido penetrando en las heridas de sus labios cortados por el frío. Un frío que no provenía del manto blanco que envolvía la ciudad aquella noche, sino de la ausencia del calor de unos labios ajenos que siempre habían sido bálsamo y que hoy tornaban tósigo.

En un minuto había rebañado hasta la última gota de la botella. Pero era incapaz de recordar cuál era la última que había tragado si la cerveza que no pidió o la de veneno que siempre guardaba en el bolsillo izquierdo de la cazadora. En cualquier caso no tenía importancia, ambas llevaban a lo mismo cuando pasaban por la garganta y le calentaban el cuerpo, un calor amargo como el que se desprende de una hoguera cuando ya solo quedan rescoldos tras una noche de llamas y jolgorio que termina cuando se vislumbra el amanecer. Entonces todo el mundo tiene que encaminarse a casa; tambalear sus cuerpos al compás de una música que hace tiempo dejó de sonar y que se transformó en pasos inseguros crujiendo sobre el hielo.

 Antes de tomar la decisión de regresar, había estado tiritando durante horas; como un animal herido que se siente encerrado en una jaula. Él tenía su propia jaula, ¿dorada? Seguramente, pero a él esos barrotes bañados en oro simplemente le quemaban al contacto con las yemas de sus dedos.  Sabía que debajo de la fina capa de oro, se ocultaba un hierro que se desharía fácilmente ante el ácido que supone la mezcla de alcohol y noche, pero que volverían a erigirse inquebrantables la mañana siguiente. Siempre se sintió Diógenes pero parecía empujado por una fuerza irresistible a pensar como una especie de Midas. ¿Qué fuerza?, ¿quién le empujaba? ¿Por qué no plantaba los pies en la tierra y dejaba de retroceder? Balbuceaba cada vez que intentaba responder a estas preguntas y nunca supo enhebrar una respuesta coherente con los hilos que el resto ponían a su disposición. En sus años de juventud, había aprendido que lo importante en una pelea es saber en qué momento y donde clavar los pies para resistir asegurando tu espalda. Había estado pensando sobre ello en el último bar donde las risas y el ruido del resto apenas le dejaban escucharse a sí mismo en la discusión eterna que siempre rondaba su mente. Cerebro y corazón, acostados cada uno en un hombro tras expulsarles de su cuerpo a base de alcohol; ambos con consejos buenos y ambos equivocados. Nadie podía tener razón excepto él, pero a su vez era esta razón la que le impedía seguir los designios que su corazón marcaba.

Las preguntas se amontonaban en su mente, pero en el fondo sabía que la clave de bóveda era la misma una y otra vez, ¿qué quería? Cuando consiguiera resolver esta pregunta el resto de respuestas caerían como una cascada incontenible que le arrastrarían a su anhelo, al menos al que estaba en sus manos. O eso le gustaba pensar.
Sin embargo era tarde ya y las manecillas del reloj anunciaban que una vez más sus reflexiones quedarían en suspenso hasta la mañana siguiente. Por eso comenzó el camino de regreso con decisión y pasos seguros que le llevaran inmediatamente al calor del hogar donde sacudirse el frío. El de fuera y el de dentro.

Pero en un instante, estando próximo ya al portal, notó algo extraño en el lado izquierdo del pecho, muy cerca de donde intuía que debía estar el corazón según dictaba la sabiduría popular. Asustado, se palpó con paciencia para ver que sucedía y tocó el frío vidrio de la botella que creía ya gastada y arrojada en algún contenedor. La sacó con cuidado y sus ojos proyectaron el temor que sentía al ver que de nuevo estaba repleta. Aquella botella nunca parecía tener fondo.

Entonces, desenroscó con suavidad el tapón y dio un largo trago. El calor estaba cerca, pero una vez más decidió dar media vuelta para perderse en la oscuridad de la noche. Lo último que vi de él mientras se alejaba fue el fulgor de la luz de una farola cualquiera proyectándose en su amada botella.

El comienzo del Big Bang

"Aunque tu no me conoces y no sabes que se esconde, sentirás lo que yo siento cuando estalle el firmamento justo en el comienzo del Big Bang" 

Como no sé como se comienza un blog, ni siquiera si es necesario, lo hago a mi manera: copiando un trocito de canción de Amaral donde se define perfectamente lo que pretendo con ello.

Hoy en día quien más y quien menos tiene un blog. Yo no sé si soy quien más o quien menos, pero lo que sí sé es que me encanta escribir. Con mayor o menor fortuna, la escritura en sus múltiples variedades es para mí una liberación; una forma de sacar fuera los sentimientos y pensamientos que pugnan por salir de dentro.  Una sensación que comienza en el corazón y que en muchas ocasiones siento desbordarse incontenible desparramándose por el pecho hasta llegar a la garganta.

 Y para que se desborden en una cuartilla que guardaré en una carpeta y nadie verá, prefiero gritarle al mundo. Gritaros que me duele, pero que también he sido, soy y seré feliz. Por siempre. Quizá el paso definitivo lo di leyendo a La mala de la película (absolutamente recomendable con una gran dosis de lo que pretendo que sea esto) y su reflexión sobre cumplir una década con el blog. Allí recordaba su yo a lo largo de esos 10 años, con sus momentos buenos y malos. Yo también quiero echar la vista atrás en el futuro y sonreír y llorar a través de estas palabras compartidas.

Este blog nace de ese proceso. Nace del dolor de la pérdida que ahoga. De ver como se deshace la solidez de tu mundo en arena fina y se escapa entre los dedos. Pero nace también de la ilusión y la sonrisa. Una alegría que procede en parte también del dolor; de saber que estuviste con una persona maravillosa y que mereció absolutamente la pena. Porque la pérdida duele pero también enseña mucho sobre las personas y no puedo estar más satisfecho con lo descubierto.

Por eso según el momento, habrá tristeza y alegría en mis palabras, pero habrá otras muchas cosas. También material viejo que guardaba en el cajón a salvo de la vergüenza de enseñarlo al mundo; comentarios de imágenes, libros y todo lo que me vaya apeteciendo. Y es que al corazón no se le pueden poner límites y como me gustaba recordar antaño: la poesía es un arma cargada de futuro, que decía Gabriel Celaya.

Y aquí estamos, es con esta página como os invito a acompañarme en este proceso vital a través de mis textos y pensamientos, aderezados ocasionalmente por los de otros autores.

No pretendo nada iniciando este blog. Solo ser feliz.